Dejé el gluten... y esto fue lo que pasó - Vida Bake

Dejé el gluten... y esto fue lo que pasó

Durante años, comí pan todos los días. Galletas al desayuno, pastas al almuerzo, un pastel de vez en cuando, si no era una cosa, era la otra!. Nunca me diagnosticaron celiaquía ni intolerancia al gluten, así que ni se me pasaba por la cabeza que el gluten pudiera estar afectando como me sentía. Pero había algo que no calzaba: andaba constantemente hinchada, con poca energía, me dolían las articulaciones... llegué a pensar que tenía artritis a los 45 años!! Mi digestión era un misterio cada semana. Una amiga me sugirió que el gluten me podía estar afectando, así que un día decidí hacer la prueba: eliminar el gluten por completo y ver que pasaba.

No tenía idea de lo que vendría. Solo puedo decir esto: mi cuerpo me habló… y por primera vez, lo escuché... Menos mal!!


Primero lo físico: hinchazón fuera, ligereza dentro

Lo noté en los primeros cinco días. Mi estómago, ese que vivía inflamado sin razón aparente, se desinfló como un globo. Ya no terminaba las comidas con sensación de pesadez, y ese “bultito” constante en la parte baja del abdomen simplemente… desapareció, que alegría!

Dormía mejor. Me levantaba con más energía. Y lo más curioso: dejé de tener esos antojos desesperados por pan o dulces. Era como si mi cuerpo, al dejar de pelear con el gluten, recuperara su equilibrio natural.


Después vino algo inesperado: más claridad mental

Esto fue lo más sorprendente. No estaba buscando “pensar mejor”, pero eso pasó. La famosa niebla mental que muchos ni siquiera saben que tienen, empezó a disiparse. Mis ideas fluían con más rapidez. No me costaba concentrarme. Y esa sensación de estar un poco desenfocada, como en piloto automático, empezó a desaparecer.


Emociones más estables (y sí, también mejor ánimo)

No digo que el gluten fuera la raíz de todos mis altibajos emocionales, pero al dejarlo, algo cambió. Me sentía más liviana por dentro, no solo en el cuerpo. Más estable. Menos irritable. Como si pudiera respirar más profundo. Empecé a notar cómo mi estado de ánimo estaba más equilibrado, y cómo eso mejoraba mis días, mis relaciones y hasta mi productividad.


¿Qué aprendí?

Aprendí que no se necesita tener un diagnóstico para escuchar al cuerpo. Que muchas veces vivimos con molestias que consideramos normales —hinchazón, cansancio, piel opaca, cambios de humor— sin sospechar que tienen relación directa con lo que comemos.

Dejar el gluten no fue una renuncia, fue un acto de auto escucha. No fue una dieta, fue una exploración. Y aunque cada cuerpo es distinto, algo me quedó claro: si sientes que hay algo que no está funcionando en ti, vale la pena probar. Aunque sea por unas semanas. Aunque nadie te haya dado “permiso médico”.


¿Es para todos dejar el gluten?

No. Y tampoco se trata de satanizarlo. Pero hay personas —muchas más de las que creemos— que tienen una sensibilidad no diagnosticada. No son celíacas, pero su cuerpo funciona mejor sin gluten. Y solo lo descubren cuando se atreven a dejarlo.


En resumen...

Dejé el gluten sin saber qué iba a pasar. Y lo que pasó fue esto: me sentí mejor. Más liviana, más lúcida, más viva. Por eso, si has llegado hasta aquí preguntándote si esto también podría ayudarte… quizá ya tengas tu respuesta.


En Vida Bake, creamos productos libres de gluten porque creemos en el poder de escuchar al cuerpo y alimentar con consciencia. No se trata de seguir modas, sino de vivir con más energía, más salud y más felicidad.

Vida Bake Gluten Free. Vive más feliz.

Historia real anónima.

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