Por culpa de un pan

“Mi vida cambió por culpa de un pan.”

Así partió todo…
No por una moda. No por una dieta.
Sino porque mi cuerpo dijo “basta”.

Un día me diagnosticaron intolerancia al gluten. Me sentía fatal, pensaba que me había dado la típica enfermedad a las articulaciones, me dolían las rodillas, dedos, además de que ya llevaba un tiempo con anemia crónica... una lata!
Y a pesar de que al dejar el gluten se me fueron todos esos síntomas y me sentía mucho mejor, empecé con depre porque lo que antes era simple y que tanto amaba como comer pan, compartir una torta, disfrutar un queque, de pronto se convirtió en una misión imposible y alienante.

Busqué opciones. Las probé todas.
Pero eran secas, o ricas, pero llenas de químicos y con etiquetas con ingredientes que no entendía ni podía pronunciar, tóxicos para mi cuerpo.
Nada me devolvía el sabor clásico de un rico y crujiente pan… ni la alegría de comer tranquila y haciéndole bien a mi cuerpo; sentirme bien pero también quería disfrutar!

Hasta que un día, frustrada frente a una bandeja de productos insípidos y tóxicos, tomé una decisión que lo cambió todo:

Si no existía lo que yo necesitaba y quería… lo iba a crear con mis propias manos y punto

Porque siempre amé las masas, porque soy muy persistente y
porque vengo de una familia donde cocinar es una forma de amar, por eso me negaba a tener que vivir como buena chilena, sin lo más rico del mundo para mí: El Pan.


Así que volví a lo básico:
busqué harinas nobles y libres de gluten, semillas vivas y nutritivas,
aceites puros y muchas, muchas ganas.

¿Fácil? Para nada.
Fallé demasiadas veces... tantas que hubiera sido más fácil tirar la esponja que seguir...
Recetas que no cuajaban, panes que salían como piedras, o inflados como globos con la esperanza de encontrar adentro una miga suave y delicada pero en cambio descubríamos tristemente una cúpula vacía y un pan apelmazado y pegote al fondo.
Días de prueba y error y hasta lágrimas en la masa, fueron días de mucha frustración.

Pero nunca solté la idea, quería volver a comer un rico y saludable pan.
Y seguí.
Con paciencia. Con persistencia. Con fe. Con amor. Y con el apoyo incansable de la Iris, un angelito que me llegó del cielo para ayudarme en esta travesía sin igual,  que me ayudaba y me insistía en que teníamos que seguir adelante: "Que persistente es usted Sra. Claudia! usted no se rinde!" me decía.

Hasta que un día… el horno sonó.
Y para nuestra gran sorpresa por fin sacamos de el, un pan que prometía: era un pan dorado, se veía hermoso! lo partimos, lo probamos...y supimos que lo habíamos logrado.


Mis primeros catadores fueron mis cercanos.
Amigas, familia, vecinos.
Todos decían lo mismo:

“Esto lo necesita más gente!”

Y así nació Vida Bake.
Una panadería sin gluten,
hecha con alma, con historia,
y con una promesa:
"que nunca más te sientas fuera de la mesa."

Hoy, junto a Iris, una cocinera increíble y dedicada, continuamos llevando adelante este maravilloso sueño, y seguimos horneando esperanza y bienestar en cada receta.

Y como no solo de pan vive el hombre... hoy en Vida Bake tenemos una amplia variedad de productos espectaculares libres de gluten, sin conservantes, ni soya ni aditivos, productos como barquillos, galletas, queques, entre muchos otros, exquisiteses que podemos disfrutar no solo nosotros, sino que además hoy orgullosamente podemos compartir con el mundo.

Porque Vida Bake no es solo pan.
Vida Bake es volver a confiar en lo que comes.
Es volver a disfrutar como todos los demás, sintiéndose bien de cuerpo y alma.
Vida Bake, es un poco como volver al hogar.


Bienvenidos!
Aquí horneamos con alma, y sin gluten.